jueves, 15 de enero de 2015

Mentes manipulables

El ultimo ataque del Estado Islamico a la imprenta de la revista Charlie Hebdo ha hecho sonar todas las alarmas, aunque de alguna manera ya se habían hecho sonar antes. El radicalismo que les ha llevado a prohibir la libre expresión en la revista francesa ha creado en todo el mundo un sentimiento de humanidad y fraternidad, en apoyo a los afectados, pero también miedo, mucho miedo y mucha confusión. Hay vidas en juego que cada día le son arrebatadas a inocentes. Este va a ser mi tema, y los protagonistas van a ser las mentes mas inocentes, las mas manipulables, la de los menores secuestrados por la Yihad.

La Comisión de Investigación de Naciones Unidas sobre posibles crímenes de guerra afirmaba en un informe publicado la semana que el Estado Islámico «da prioridad a los niños como una forma de asegurar la lealtad a largo plazo, la adherencia a su ideología y un cuadro de luchadores dedicados que vea la violencia como una forma de vida». Según la información recogida por organizaciones como Human Rights Watch y los testimonios de niños que han formado parte de la organización, como el turco Taylan Ö. Y., de 14 años, el Estado Islámico mantiene campos de entrenamiento militar y adoctrinamiento en la provincia de Raqa, en los que forman a estos jóvenes antes de integrarles en unidades de combate. La falta de medidas para denunciar su situación, su miedo o, incluso, la convicción que consiguen inculcar los soldados en estas pequeñas y frágiles mentes de que lo que van a hacer es lo correcto son algunas de las causas de que los más pequeños no sean capaces de alzar la voz para expresar su situación.
Ahora, pequeños de sólo cuatro años están empezando a ser las nuevas víctimas de las barbaridades del grupo yihadista. Ahora, os cuento dos historias de niños a los que le ocurrió tal cosa, pero sin despreciar por supuesto a las otras veinte mil de ellas que cada día se hacen realidad.
Abu Bakr es uno de esos niños a los que los yihadistas le han robado la inocencia a golpe de fundamentalismo y de odio. Abu aparece en un vídeo, portando un rifle y amenazando de muerte a los infieles. Como él, otros niños soldados están siendo secuestrados por miembro de ISIS para matar e inmolarse en nombre de Alá.
Hace sólo dos días, una niña de sólo 8 años de la localidad afgana de Char Cino se convirtió en la terrorista suicida más joven de la historia. La pequeña, que nunca supo que la bolsa que le dijeron que tenía que entregar a la policía contenía explosivos, fue la única víctima mortal del atentado. Pocas jornadas antes, la pequeña Sohana, de sólo nueve años, se llevó el mayor susto de su corta vida. Como casi cada día, se paró a comprar unas chucherías en el puesto de un vendedor ambulante de camino a al colegio en Peshawar, una localidad paquistaní cercana a Afganistán. Mientras elegía los dulces, se le aproximaron dos mujeres con velo blanco que le ofrecieron unos caramelos. Sohana sabía que no debía aceptar regalos de extraños, pero las amables mujeres no parecían una amenaza y los caramelos eran sus favoritos, los toffee. En el instante que los probó, cayó inconsciente. “Cuando abrí los ojos, estaba encerrada sola en una habitación”, recuerda con dificultad la menor. A la mañana siguiente, un grupo de militantes talibanes la llevaron hasta el puesto de control de Darra Islam. Allí intentaron colocarle un cinturón explosivo, pero era demasiado grande para una niña tan pequeña.

Esta es la triste realidad, la que ahora mismo está ocurriendo, que no es una broma, pero mientras los que estamos a salvo, el gobierno y sus medidas de protección de lenta eficacia busca soluciones sin encontrar salidas, muchos otros niños están experimentando historias como estas nada agradables para ellos que seguramente tendrán un triste final. Ojalá yo supiera la cura a tanta maldad, a tanto odio entre culturas y religiones, a tanta atrocidad desmedida. Por mas que lo pienso no puedo entender como un grupo de personas puede albergar tanto rencor dentro como para
hacer estas cosas, jugar con vidas, las vidas de niños que no tienen la culpa de nada. Al fin y al cabo, son ellos quien pagan los platos rotos. No creo en una solucion inmediata que haga que el estado Islamico no sea radical, o que haga que la libertad de expresión y pensamiento no sea un problema añadido, pero si quizás medidas protectoras que disminuyan, aunque no consigan llevarla a 0, la cifra de menores muertos o secuestrados a causa de asuntos de adultos.